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Posted by : Yuki jueves, 23 de julio de 2015



Yo,  el mismísimo Liam Almadelobo, unos de los mejores sombras de Ungoloz de camino al castillo de aquel Inquisidor, solo pensaba que era una simple misión de entrar coger aquella maldita carta y salir... Como iba a saber que era mi última misión...
 Ya una vez dentro de aquel inmundo castillo al intentar forzar la cerradura de donde se hallaba aquella carta con un fallo en un giro de muñeca hice saltar la alarma y en defensa de mi gran amigo y compañero Hakom "El Pelirrojo" fui capturado, dejado inconsciente y llevado ante el inquisidor mientras Hakon afortunadamente pudo escapar.
Desperté en un incómodo zulo oscuro y maniatado y con una figura a mi frente la cual farfullaba : ¿Ya te has despertado escoria? Y con eso empezaba a preparar la mesa con ganzuas, pinzas... todo tipo de artefactos de dolor y unos llamativos tarros que no sabía lo que contenían.
 Me parece que llevo aquí varias horas ahogado en dolor pero me niego a abrir la boca y de una patada derribo aquella mesa con la intención de ganar algo de tiempo y que de aquella puerta aparezca Hakom y me libere de este calvario. Pero solo consigo cabrear mal a aquella bestia con títulos de nobleza, con lo que me llevo a perder mi mano derecha y con ello a descubrir que eran aquellos tarros... ¡Ácido que impidiera mi regeneración de mi mano. Tras más tortura y sufrimiento vuelví a caer desmayado.
Estando destrozado tanto como física como psicológicamente desperté en un hoyo cuadrado en el que no entraba ni sentado. Al tiempo entre dos guardias fui sacado y llevado a otra sala como la de antes, pero esta vez el Inquisidor no estaba solo si no acompañado de su bella hija, en muestra de respeto hacia ella me obliga a besarle los pies con las palabras de: “Una mujer como esta merece el respeto de hasta el más miserable canalla de estas tierras, ¡besa sus pies maldito mal nacido!” Pero yo más cabezón, mas testarudo y duro que cualquiera de las murallas me niego rotundamente y el hacha vuelve a golpear contra mi carne. Mal vendado y ya sin dignidad ninguna soy encerrado en una jaula de hierro como si fuese, yo el gran Liam  Almadelobo , un sucio cerdo.
Ya es por la mañana y el inquisidor se acerca a mi jaula y yo con nervios de acero esperando cualquier cosa ya escucho atentamente lo que me tenga que decir. Tonterías las que dice, ¿cómo alguien que lleva más de un día torturándome quiere que desayune como un rey? “Bueno yo te lo ofrezco haz lo que te dé la gana de todas formas morirás en un rato...” Vi una malvada sonrisa en su rostro y yo astuto acepto y pido un pincho de ternera para intentar abrir aquella cerradura.
 Algo tan pequeño entre la muerte y la libertad, pensamientos como ese corren por mi cabeza y yo con sudores fríos y tembloroso no consigo abrir la cerradura. Me parece que ya es hora de ir aceptando que este es el final. Cuando se acerca la hija del inquisidor a mi jaula le doy las gracias por intentar salvar a alguien como yo cuando me libera. Nervioso por dentro y tranquilo por afuera empezamos a movernos y en la entrada de la ciudad reconozco un rosto ¡por fin llegó Hakom! Consigo tumbar la jaula en la que voy aplastando a personas que estaban deseando ver como alguien moriría en una horca.
Hakom y sus compañeros consiguen ayudarme a salir de la jaula. Antes de salir de la ciudad "El Pelirrojo" me dice que mi futura esposa está en manos del maldito inquisidor, desde una azotea salto con daga en mano e intención de matar desde lo alto acierto en el inquisidor en su hombro pero desafortunadamente su armadura frena gran parte del golpe. En una larga discusión consigo que a cambio de mi vida liberen a mi amada, cuando ya la veo libre y llorando por mi, apoyo mi cabeza en aquella fría madera y de un espadazo del inquisidor mi cabeza se desprende de mi cuerpo..


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