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Posted by : Yuki sábado, 4 de julio de 2015




Se retrasaba. Aunque estaba cómodamente situado al amparo del frio en las paredes del callejón, los mercados le disgustaban y sus huesos no eran los de antes. Hacer negocios a plena luz del dia y con una feria llena de mocosos chillones, le parecía un plan bastante estúpido, pero el comprador parecía opinar lo contrario, y el cliente siempre tiene la razon.

- “Es la única manera de no llamar la atención”-había asegurado su viejo contacto- La ciudad estará repleta de comerciantes y podréis pasar por un comprador más sin levantar sospechas
Un niño se acercó hasta el con los ojos desorbitados y se quedo mirando las armas de su cinturón…el intento cubrirlo con la capa.

-¿Te parece interesante? Tengo una daga mucho más bonita con la que te cortaré las orejas sino desapareces de mi vista… LARGO – asustó al niño con tremenda facilidad, y este salió corriendo a llorar en las faldas de su madre. No quería llamar la atención, y menos a las fuerzas de seguridad del festival de la ciudad.
Por fin apareció su cliente, era un gnomo de mediana edad llevaba una mochila y que a duras penas arrastraba hasta su tenderete cerca del callejón.

- Por fin… pensaba que me haría viejo esperando… llegas tarde! – Escupió el con un tono nada amigable.
El gnomo dejo su mochila sobre el mostrador y mostro una amplia sonrisa.

-Más viejo aun? Deberías pensar en empezar a jubilarte.- el hombrecillo se limpió la mano en su pantalón y se la ofreció aunque el pareció no verla – He tenido ciertos problemas para llegar a mi puesto gracias al cielo que…

-Tengo algo de prisa como para oír tus idioteces Lametuercas, ¿hacemos negocio? – el empezó a mirar prudente a su alrededor.

- Pero por supuesto! He hablado a mi cliente sobre ti y la calidad de las cosas que sueles ofrecerme y está dispuesto a pagar un buen precio. Creo que con este trato podrías retirarte, viejo zorro– empezó a sacar unos paños y a ponerlos sobre la mesa del apartado del tenderete.
El desenvolvió con cuidado los paquetes y examino cuidadosamente las armas negando con la cabeza una y otra vez. Al no ver nada que la satisficiera como esperaba guardo su monedero, necesitaba hacer tiempo mientras esperaba al misterioso mago.
Los objetos mágicos de la tienda le devolvieron a años atrás cuando era un niño que quería aprender magia.

Había nacido en una aldea que posiblemente ya no existía desde las múltiples incursiones bárbaras y no recordaba a su madre, quizás murió al darle a luz. Toda su vida se reducía a la cabaña de Anker, el mago del pueblo que había acogido a un pobre huérfano. Las maravillas que vivían cada día con el anciano le hacían desear convertirse en su aprendiz y cada dia trabajaba limpiando y haciendo las tareas más duras esperando que un día se lo ofreciese. Pero ese día nunca llegaba. A escondidas en las noches que el mago dormía había logrado practicar y dominar algún conjuro y esperaba que eso algún día ablandase el corazón del anciano.
Cuando cumplió los 15 años no aguanto más la incertidumbre y le plantó cara a Anker pidiéndole ser su aprendiz…pero no obtuvo el resultado que esperaba.

- ¿Un pordiosero como tu mi aprendiz de mago? No me hagas reir, tan solo te he dado comida y techo para que me ayudases a mantener esta casa mientras realizaba mis estudios. Eres idiota, eres un inútil y la única magia que puedes hacer es andar sin tropezar tus dos pies- el anciano le dio la espalda y se fue riendo.
La ira se apodero de él y cogío una varita de la mesa intentando demostrarle que se equivocaba, pero en aquella época su control no era del todo perfecto y acabo prendiendo fuego a la cabaña del mago que acabo pereciendo entre las llamas intentando salvar sus objetos mágicos por más que el chico intento sacarlo de allí.
Horas más tarde entre las cenizas, recogió lo poco que pudo rescatar y se puso en marcha con la intención de encontrar a otro mago que cumpliese su sueño. Ninguno estuvo dispuesto a aceptarlo como aprendiz pero pudo comprobar que por los objetos que había rescatado los magos y otros aventureros pagaban grandes cantidades de oro.

Este feliz descubrimiento lo llevo hacia una vida de vicios y lujo, donde cuando el dinero escaseaba tan solo tenía que intentar vender un objeto a un mago y estudiar como era su casa para entrar más tarde a desvalijarla.
Hasta ahora su vida había estado llena de aventuras y emociones, pero había pensado que era hora de un retiro decente, vendiendo su última pieza, y quizás encontrar una mujer con la cual formar una familia. Cuando el cliente comprase aquel objeto mágico solo tendría que elegir un pueblo y pasar allí el resto de sus días.

Por el callejón apareció un joven encapuchado que saludo al gnomo tras su tenderete y le hizo señales para que el ladrón se acercase.

- Amigo mio, este es Tristan, el cliente del que te hable. Estaba muy interesado en adquirir ese libro mágico que guardas desde hace tiempo en tu mochila.- sonrío el gnomo.

- Por supuesto, pero antes quiero ver el dinero…comprenderás que no puedo fiarme de cualquiera con este tipo de material.

- Aquí lo tienes, lo que acordamos 20000 piezas de oro por el libro. Lametuercas me ha hablado mucho de el ¿tiene en la portada el repujado con una estrella de 7 puntas y las runas que dice?- sonrio el mago.

- Por supuesto, puedes comprobarlo- dijo el ladrón mientras agarraba la bolsa y le daba el libro sin mirar.

- ¿Y dónde conseguiste esta maravilla? Si puede saberse, claro…

- Se lo quité a un vieja maga. La verdad es que me dio muchos problemas pues peleo como un auténtico león pero finalmente tras el forcejeo pude llevarme el libro.

El mago sonrío y levanto la mano mientras aferraba e libro.
- Prendedle
A su señal una docena de soldados aparecieron en ambos extremos del callejón rodeándolo. El mago susurro unas palabras y el ladrón se quedó paralizado contra el suelo por un poderoso hechizo.


- Me ha llevado casi un año dar contigo pero al fin te tengo ante mi, esta vez se hará justicia creeme.


-Quedas arrestado por el asesinato de Seranna Susurrasombras, antigua archimaga y el robo y contrabando de sus pertenencias.- leyó uno de los soldados en un pergamino.

- ¿Asesinato? Debe ser un error- grito el ladrón.

- Tu mataste a mi madre para robar su grimorio, a una pobre anciana medio ciega y enferma, mereces un paseo por el peor de los infiernos, escupo ante ti- mascullo el mago.

- Cuando yo me fui ella no….

- Silencio! Recuerda bien mi nombre y recuerda bien mi cara, será la última que veras mañana cuando seas ejecutado por tus crímenes. Recuerda que Shail, el hijo de la mujer que asesinaste te dio caza e hizo justicia, viejo

El hombre sintió los efectos de un hechizo de sueño y entre brumas noto como los soldados le arrastraban. Sin duda este había sido su último trabajo.

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